domingo, 15 de julio de 2012

CUANDO EL "NO" TAMBIEN EDUCA.

En la última década hemos podido leer en artículos de opinión, escuchar en tertulias de televisión o radio, y en comentarios entre conocidos, familiares, etc, en torno a los efectos que las prohibiciones podrían tener en el desarrollo psicológico de los menores. Cargados en muchas ocasiones de argumentos ideológicos, se ha asociado el NO a un menor, a prohibirle acceder a un mundo experiencial generando un confusiones con importantes implicaciones educativas. Ser padre exige un esfuerzo y compromiso, en el que tenemos que reflexionar y decidir sobre los valores educacionales que vamos a desarrollar con nuestros hijos, adaptando los procedimientos a la edad, necesidades y características de nuestros hijos, siendo consciente que nuestra conducta va a ser modelo para ellos, exigiéndonos por tanto una coherencia y congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Los niños van a necesitar rutinas que les organice, límites que les hagan importante para sus padres, que les permitan desarrollar una tolerancia a la frustración, aprender en la espera. El NO constituye una afirmación capaz de aglutinar el limite de forma simple, un NO que tendremos que apoyar en más o menos argumentos en función de la edad. Por ejemplo, antes de los 6 años necesitará breves explicaciones, que iremos ampliando hasta la adolescencia, pero siempre teniendo claro que nuestra relación padres-hijos es asimétrica, y por tanto nos corresponde una capacidad de decisión de la que no tenemos que huir: No hay que evitar la responsabilidad de ser padre, de ser madre. Este NO, este límite, les va ayudar a incorporarse a la sociedad, a tener una mejor actitud en las relaciones con iguales, a asumir las líneas rojas que surgen en las relaciones interpersonales. Podemos afirmar que tras el NO vamos sentando actitudes vinculadas a la etica social.

jueves, 7 de junio de 2012

¿TIENE MI HIJO/A UN TRASTORNO HIPERACTIVO ?

En los últimos años estamos asistiendo a múltiples publicaciones en torno a la Hiperactividad y los problemas atencionales en los niños: revistas especializadas, reportajes en prensa general, televisión, un tema que genera controversia y que nos genera a múltiples preguntas a todos los sectores que rodean el mundo del niño; padres, educadores y profesionales de la sanidad. La demanda de estudio ante la sospecha de un TDAH ha crecido en los últimos 10 años tanto en los recursos de apoyo en la Escuela como en los dispositivos sanitarios. Algunos autores hablan de una verdadera "epidemia", término que habría que matizar aunque como señalaba requiere algunas reflexiones importantes. En primer lugar, hay aproximadamente un 42% de profesionales, especialmente proveniente de la Neuopediatra, que mantiene que la causa de este trastorno es atribuible a problemas de bioquimica cerebral, tesis que la mayoría de Psiquiatras y Psicólogos Clínicos no comparten, y que opinan que hay factores múltiples, como así se recogen en las Guías Clínicas de mayor prestigio en el mundo. En segundo lugar No se trata de negar la existencia del TDAH, ni la eficacia del tratamiento, si no de ser riguroso en diagnóstico y propuesta de tratamiento. Hay que explorar detenidamente al niño; no pasar algunas escalas, algunas de ellas escasamente fiables, que dan positivo con gran facilidad. En tercer lugar cuando estamos ante la sospecha de un niño del que la escuela o los padres nos dice que es excecivamente inquieto, inatento, impulsivo, que va mal en las notas, molestas a los compañeros, que no obedece, es decir, todo un listado de problemas que hacen difícil su "manejo", antes de precipitarnos en diagnosticar, tenemos que preguntarnos si ha sido y es un niño muy excitable, si hay problemas familiares,si somos tolerantes con lo que significa la movilidad en el mundo del niño, su fantasía, si nuestras prácticas educativas son coherentes, si somos un modelo de autocontrol. Como señalaba al principio , hay que ser serenos y cuidadoso en el diagnostico. En cuarto lugar, en el caso de confirmación diagnostica, LA PRIMERA OPCION NUNCA ES EL TRATAMIENTO FARMACOLOGICO. Las guías clínicas de prestigio indican que primero debemos trabajar con las familias, establecer formas de control ambiental, de proponer procedimientos de educación coherentes, adaptando algunas estrategias a las características del menor. Trabajar con ellos en mejorar su capacidad organizativa.En definitiva, siempre hay un trabajo que puede representar una respuesta eficaz para el menor sin necesidad de recurrir a medicación. Esta debe utilizarse cuando hay un diagnóstico claro, cuando observamos un deterioro en la vida relacional, emocional y escolar del menor, pero no olvidando nunca, que tratamiento farmacológico debe ir acompañado de medidas psicológicas y psicopedagógicas. En último lugar comentar que la demanda de estudio está abarcando a preadolescentes y adolescentes y hay que hacer una aclaración: cuando un menor ha tenido un desarrollo evolutivo normal, no ha presentado desajuste alguno, y a sus 11, ó 14 ó a16 años, empieza a estar más inquieto, tiene falta de motivación hacia los estudios, está más rebelde, adopta posiciones desafiantes y no nos hace caso, decir que NO ESTAMOS ANTE UN CASO DE HIPERACTIVIDAD;la mayoría de las veces, tienen un explicación evolutiva, y en algunos casos pueden representar el exponente de alguna patología, pero NO un TDAH. Terminar señalando que todos debemos reflexionar sobre los valores que estamos enseñando y exigiendo a nuestros hijos. Una sociedad que fomenta la cultura del bienestar, de la falta de esfuerzo, que deposita conflictos educacionales en los dispositivos sanitarios, que no transmite de forma adecuada el concepto de disciplina, autodisciplina y responsabilidad en chicas y chicos, y, que no está teniendo en cuenta en los diseños curriculares de la escuela cuáles son los ritmos evolutivos de los procesos psicológicos básicos, una sociedad con estos indicadores va a facilitar un incremento "falso" de menores con TDAH