sábado, 25 de octubre de 2008

¡NO NOS DEJA DORMIR POR LAS NOCHES!

Niños con problemas para dormir.

EL NIÑO QUE NO QUIERE ACOSTARSE

Un niño se resiste a acostarse por diversos motivos. Puede tener miedo de la oscuridad o de no despertarse, o se siente inseguro cuando está solo. Indudablemente, le gustaría más jugar o ver la televisión y, en realidad, preferiría la compañía y atención de sus padres.
Cuando los niños se hacen mayores, su vida social adquiere preponderancia. No obstante, todos los niños deben tener su hora de acostarse y si se quiere paz en casa, los padres no pueden transigir en esta cuestión. Los padres que dicen «chicos, ¿no creéis que ha llegado el momento de acostarse?>>, han declinado su responsabilidad y sus hijos no se acostarán a la hora adecuada. Los padres que siempre permiten al niño permanecer levantado «sólo un poco más», tendrán siempre problemas con el momento de acostarse. De haber la menor posibilidad de transigir, los niños más nerviosos se agarrarán a ella. De ahí pues que para muchos padres, conseguir acostar a sus hijos es una más de las batallas al final de un largo día, justo en el momento en que ellos necesitan tiempo para sí mismos.
Decidir cuando hay que acostarse

Se debe decidir el momento preciso en que el niño debe acostarse y, una vez decidido, proceder con firmeza. Esto no significa que los padres deban ser absolutamente rígidos, sin embargo, cuanto más capaces sean los padres de concretar el momento de acostarse, más fácil será conseguir que el niño se duerma a una hora fija.
Importante: No utilice la palabra «oscuro» para indicar el momento de acostarse, porque en verano con la luz de día esto será causa de problemas.

Crear hábitos para ir a dormir
Los niños encuentran seguridad en la rutina. Les gusta la seguridad de lo habitual y es importante disponer de ciertos objetos con los que pueden contar. Tanto los rituales como los detalles reconfortantes de seguridad, tales como mantas viejas o perros de trapo, de los que dependen algunos niños, les sirven para separarse de los seres queridos y pasar del estado de vigilia al de sueño.
Los padres no deben reírse de los hábitos del niño, pero por otra parte, tampoco deben consentir que se vuelvan demasiado pesados. Se ha de limitar el número de juguetes que el niño se lleva a la cama, por ejemplo, se puede llevar un libro y un juguete, que escoja.
Hábitos nocturnos regulares
A los niños siempre les gusta saber lo que ocurrirá un instante después de ahora. Unos hábitos nocturnos regulares conseguirán que el niño sepa que el momento de acostarse se acerca y que ha llegado el momento de parar. Se puede seguir esta guía para establecer una rutina nocturna.

- Simplificar: Tomar en consideración el horario de la familia y las preferencias del niño. No comenzar con normas que después no se seguirán. La rutina de acostarse debe proporcionar una sensación de seguridad cálida, un final del día confortable. Se discutirán por encima las incidencias del día que termina y se planearán cosas para el día siguiente. Preparar sus ropas para el día siguiente, junto a los libros, será de utilidad para niños más crecidos. Leer un cuento o comer una galleta ayudará a otros niños a entender que ha llegado el momento de acostarse. Utilizar señales que hagan patente la rutina.
- El niño debe saber cuándo empieza la rutina del momento de acostarse. Puede ser tan simple como decir «el momento de irse a la cama es el momento en que termina tal o cual programa de televisión». O se pueden intentar señales visuales. Por ejemplo, dibujar un círculo en una hoja de papel de color, dividirlo en secciones clasificadas como hora de jugar, hora de acostarse y hora de los cuentos. Hacer una flecha de papel y fijarla en el centro del círculo. Señalar con la flecha en la sección apropiada cuando llegue el momento. O se puede dibujar un reloj con las manecillas señalando el momento de acostarse y colocarlo cerca del reloj real. Cuando las manecillas del reloj real coincidan con las del reloj casero, el niño sabe que es el momento de irse a la cama.
- Mantener al niño calmado. Las peleas o los juegos muy activos inmediatamente antes de irse a la cama, no preparan al niño para dormir.
Media hora antes de acostarse, el niño debe encontrarse relajado para cuando llegue el momento. Más que una guerra de almohadas o un juego de pelota serán unas costumbres sosegadas que incluyan la higiene habitual, la lectura, la narración de cuentos o la música. Todo esto, que suaviza el momento de acostarse, también debe seguirlo la persona que se ocupe del niño o la abuelita, cuando ponga al niño en la cama, o cuando es más tarde y el niño, agotado, precisa una ayuda adicional para conseguir una noche de calma.
- Hacerlo especial. Lo ideal sería que el momento de acostarse fuera cálido y acogedor. Tanto para los padres como para el niño es un momento de calor y de seguridad. A muchos niños les encanta escuchar una y otra vez el mismo cuento antes de irse a la cama. A otros les complace escuchar cuentos inventados, mientras que a otros les divierten las canciones infantiles como costumbre en el momento de acostarse.
- No hay que pensar que los niños algo mayores no necesitan estos hábitos. Incluso a los preadolescentes les encanta que les lean o bien les gusta utilizar estos momentos para charlar de algo importante o preguntar algo antes de que se convierta en un problema. El momento de acostarse es una excelente oportunidad para los padres de acercarse a sus hijos.
- Se ha de ser flexible, pero también se ha de saber cómo terminar las costumbres rituales. Si no se sabe cómo tomar la decisión final cuando ha llegado el momento de apagar la luz y de dormir, la rutina nocturna puede convertirse en algo cansado o interminable. Los padres no deben permitir evasivas por parte del niño, ni dejarse convencer de seguir leyendo «un cuento más». En vez de esto, se ha de anunciar de antemano las historias que se leerán aquella noche y aferrarse a lo que se ha dicho. Si trazar límites es un problema para algunos padres, éstos pueden apoyarse en otras ayudas, como su propio reloj o un minutero. Hay que decir al niño que «cuando el reloj marque las 9:30, ha llegado el momento. Luces apagadas o en 15 minutos, el reloj sonará, lo que significa apagar la luz».
Hablar con el niño de sus miedos y angustias
Cada individuo, incluyendo los niños, tiene temores que tienden a manifestarse de noche. Los padres deben animar al niño para que hable de sus problemas y preocupaciones, a fin de poderlos solucionar, ayudando a que se duerma, e intentar también, un ligero masaje en la espalda.

- Llévele a la cama y ponga un despertador que suene al poco tiempo. Dígale que regresará a su habitación antes de que suene. Gratifíquele con un masaje en la espalda por permanecer en la cama. Gradualmente, alargue el tiempo que debe permanecer en la cama antes de obtener la recompensa, ya sea un masaje en la espalda o un helado para desayunar. Si es necesario, utilice de nuevo el minutero, y después siéntese v léale hasta que el niño se haya dormido.
- Enseñe al niño cómo irse a la cama. Algunos niños pequeños no consiguen relajarse lo suficiente par poder dormir, por lo que se les pueden enseñar las técnicas de respiración y de relajación. Dígale que cierre los ojos y en un tono de voz suave cuéntele el cuento de cómo las olas del mar se siguen unas a otras para jugar y vuelven a casa una y otra vez. Recuérdele que debe echarse y quedarse quieto y tranquilo, con los ojos cerrados y recordar las olas. También se puede usar la imaginación para pensar en sus propias escenas para quedarse dormido.
Debemos reforzar la cooperación del niño

Utilizando palabras y acciones, hay que dar al niño respuestas positivas por su cooperación en el momento de acostarse. Planificar la rutina y llevar a cabo el plan completo a la vez. Puesto que a veces es difícil modificar comportamientos establecidos, se puede necesitar, de entrada, ofrecer recompensas, quizás utilizando el gráfico del momento de acostarse si este momento se ha convertido en la lucha de cada noche. Se pueden dar puntos por respetar las costumbres del momento de acostarse y porque el niño ha permanecido en la cama, antes de dormirse. Al principio puede darse al niño una recompensa cada noche. Las recompensas pueden incluir, por ejemplo, un programa extra de televisión la noche siguiente, sábanas especiales, chocolatinas debajo de la almohada o un caramelo antes de acostarse, al día siguiente. Entretanto el niño acumulará puntos para una recompensa mayor que le costará más esfuerzo ganarse. Las grandes recompensas se escogerán entre el «menú» de cosas o actividades que los padres saben que el niño quiere.

TERRORES NOCTURNOS Y PESADILLAS

LOS NIÑOS CON TERRORES NOCTURNOS

Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos cosas distintas. Al contrario que las pesadillas, los terrores nocturnos no son sueños que produzcan miedo ni el resultado de la actividad del sueño. En su lugar, se cree que reflejan etapas inmaduras del sueño, en las que el niño tiene dificultad para hacer la transición del sueño profundo al sueño más superficial.
Aunque el niño con terrores nocturnos no los recuerde, estos episodios nocturnos pueden ser sumamente preocupantes para los padres. Muchos niños sollozan o gritan, se agitan o corren por toda la casa con los ojos abiertos, pero sin ver y sus oídos parecen no percibir las palabras tranquilizadoras de los padres.
Poco es lo que se puede hacer para ayudar al niño durante un terror nocturno. Se debe simplemente esperar a que cese y recordar que no ha sido causado por las tensiones y que no tendrá efectos traumáticos ni duraderos para el niño.
Tranquilizarle
Abrace al niño, cálmele y pásele una toalla refrescante por la cara. Los padres sentirán que están haciendo algo útil y esto tranquilizará al niño mientras pierde su mirada perdida y empieza a volver a la realidad, preguntándose qué pasa.
Consulte a un profesional
A pesar de que los terrores nocturnos no son en general significativos existe sin embargo la posibilidad de que sean síntomas de alteraciones neurológicas. Para verificar este extremo, al mismo tiempo que las pesadillas muy molestas, habría que comentarlo con el médico. Si los terrores se producen con mucha frecuencia, el médico puede sugerir aliviarlos con una medicación cuidadosamente controlada.

LOS NIÑOS QUE TIENEN PESADILLAS

Las pesadillas, al contrario que los terrores nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres v son resultado de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones. Son reacciones de miedo comunes y normales a los sueños desagradables que se inician normalmente a los tres años de edad, teniendo su punto máximo a las edades de cuatro y seis años.
Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que los niños. Un 28% de los niños con edades comprendidas entre los seis y doce años, tenían pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos sueños desagradables se incrementa otra vez, para remitir más tarde. Las pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades y por el dolor, sobreexcitación, miedo v ansiedad, programas violentos de televisión o por amenazas enfermizas por parte de los padres. Aunque el niño puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse algunas claves a partir de su comportamiento conversando con él. Cualquiera que sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más probabilidades de tener pesadillas.
Tranquilícele y déle seguridad
Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre pesadillas es despertarle, tranquilizarle y darle seguridad, decirle que todo va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este momento, comentar el contenido del sueño.
El saberse defendidos de la pesadilla ayuda normalmente a los niños más mayores. Proporciona seguridad el dejar la luz encendida por las noches. Algunos niños pueden luchar mejor contra sus pesadillas rezando una oración determinada cada noche pidiendo protección contra los monstruos; abrazar y dormir con el peluche favorito, etc.

¿COMO AFRONTAR PROBLEMAS NOCTURNOS?

Enseñar al niño a que se duerma solo, teóricamente, es lo mismo que enseñarle a comer, a ducharse, a cambiarse él solito. El sueño también es un hábito, muy necesario, que entra en la vida del niño y que, como todo lo demás, debe ser bien orientado desde el principio. Un niño que no duerme bien, es decir, que no concilia el sueño en su camita, da el mismo trabajo que otro que no quiere sentarse a la mesa o que monta un escándalo para irse a la ducha.
Muchos padres cometen el error, por variados motivos no siempre justificables, de llevar al bebé a su cama. Según algunos expertos en sueño infantil, el bebé ya debe ser puesto en su cuna desde su primer día en casita, para evitar a que se acostumbre a dormir con los papás. En determinadas circunstancias, muy puntuales, cuando el bebé está enfermo y los padres se sienten más tranquilos por tenerlo más cerca o porque en el medio de la noche el bebé se despierta asustado, se puede tolerar a que el niño o la niña se duerma en la cama de sus padres, pero mucho cuidado para que eso no se convierta en un hábito. Los niños son muy listos y pueden aprovecharse de la situación. Y para cambiar la realidad os costará muchísimo.

Permitir que el niño duerma regularmente en la habitación de los padres puede provocar problemas graves. En muchos casos, los padres lo consideran un hábito difícil de interrumpir cuando se ha iniciado.

Orientaciones para devolver al niño a su cama:

1.- Si el niño va hasta la habitación de sus padres, hay que hacerle volver a su cama y meterlo en ella sin demasiadas contemplaciones. Los padres han de ser firmes.
3.- Utilizar recompensas por el hecho de dormir solo o los progresos hacia esa meta. Asegúrese de expresar lo orgulloso que se está de él y que es un "chico mayor". Préstele una atención especial y sea cariñoso con él durante el día.
4.- Hacer su habitación más atractiva, no significa redecorarla sino cambiar algunos aspectos y que el niño sea participe de ellos.
5.- Establecer un horario regular de sueño.
6.- Antes de dormir contarle algún cuento. Se le puede contar alguno relacionado con el problema.
7.- Se puede utilizar un contrato en el que tendrá algún premio por dormir en su habitación, se marcará en un almanaque los días que ha tenido éxito, acordando previamente el premio a final de mes, si se comienza con refuerzos continuos pasar poco a poco a refuerzos intermitentes

ORIENTACIONES FINALES

Es muy común oír a las mamás quejarse porque los niños no se quieren dormir, ¡y más en época de vacaciones!, en que la disciplina se relaja un poco y los niños se escudan para hacer su voluntad.
El sueño es muy importante para la salud de los niños, bien decían nuestras abuelitas que "el sueño es alimento". Por la salud de los niños, debemos inculcarles buenos hábitos de descanso.
Pero, ¿cómo hacer que un niño desde bebé vaya adquiriendo buenos hábitos de descanso?

1. Respetar su hora de dormir.
Muchas veces los padres por comodidad se llevan a los niños en las noches a visitar amigos y no se pueden dormir por la novedad del lugar. Se les altera el sueño y no se pueden acostumbrar a dormir tranquilamente.
2. Hacerles agradable la cuna o cama.
Que esté siempre limpia y libre de muchos juguetes.
3. Nunca regañarlos y castigarlos en la cama, porque empiezan a rechazar el irse a acostar.
4. Nunca atemorizarlos con brujas: "Si no te duermes viene el cuco". Los niños creen ciegamente en sus padres, por lo que no se les debe engañar con estas ideas ni infundirles miedos que los hagan inseguros y que les impidan ir a la cama con gusto.
5. Hacer una rutina para definir la hora de dormir. 
Cada noche, al ser hora de dormir, acostumbrar al niño a despedirse de sus papás, ir al baño, lavarse los dientes y dar gracias a Dios por ese día.
Quizás si el niño es muy inquieto, entonces leerle un cuento o contarle una historia, le servirá para relajarlo un poco, pero sin dejar que el niño vuelva a ir a jugar porque no tiene suficiente sueño, pues nunca volverá a tener suficiente sueño para irse a acostar temprano.
¿Qué hacer cuando llora?
¿Qué hacer cuando un niño llora por no querer acostarse a dormir? Hay varias tácticas o extremos en que los papás caen para resolver el problema.
A. Acostar al niño y dejarlo en su cama sin importar cuánto llore. Se piensa que la primera noche llorará mucho, la segunda menos y en pocos días dejará de llorar, pero no siempre es así.
Desde el punto de vista del niño, él llora porque no quiere que te vayas y al hacerlo le estás transmitiendo el mensaje de que no te importó si está triste o si necesita algo y esto no le va a ayudar a que le guste la hora de dormir, al contrario.
B. Otros padres acuestan al niño en la cama y a la menor queja lo bajan a jugar. A estos niños se les da el mensaje de que tienen razón de tener miedo de quedarse en la cama solos. Estos niños no se pueden acostumbrar a una hora de dormir porque saben que con llorar hacen su día más largo.
C. El punto medio es siempre el mejor. Ni dejar al niño solo y desesperado, ni consentirlo todo lo que quiera.
El mensaje que hay que inculcarles es: "No hay necesidad de llorar, no estás solo, siempre que me necesites voy a venir, pero es el final de día y es hora de dormir".
Es importante marcar que es hora de dormir como una rutina, acostarlos, darles un beso, dejarlos tranquilos y dejarlos dormir solos.
Si vuelven a llorar hay que ir, volver a darles un beso de buenas noches, decirles que se acabó el día y dejarlos. Es importante no bajar al niño de la cama y hacerle saber que estás al pendiente, que puede dormir tranquilo, que no va a estar solo.
Quizás las primeras noches te llame mucho, haciendo las visitas rápidas y reforzando la idea de que es hora de dormir y que ya no es hora de jugar, pronto se acostumbrará a relajarse solito en su cama y dormirse llegada la hora.
El niño aprenderá a tener un hábito sano de descanso y cuando sea grande y tenga muchas tensiones por su trabajo, sabrá dejar a un lado todo y concentrarse en dormir porque es la hora de hacerlo y es salud para su vida.
Es muy importante enseñar a los niños a relajarse, incluso nos podemos ayudar de las respiraciones para hacerlo.
El respirar hondo y pensar solamente en cómo entra el aire limpio a su cuerpo y cómo sale, los puede ayudar a tranquilizarse y dormir más rápido.
Cuando se ha establecido una hora de dormir y los niños han aprendido que ya no es hora de jugar, ni hay opciones de hacer otras cosas, es la oportunidad de acercarte más al niño y tranquilamente hablar de su día.
Ayudarlos a hacer un balance de lo que estuvo bien y mal hecho durante el día. "Me encantó cómo ayudaste a tu hermanita a recoger los juguetes, siempre debemos ayudar a los demás en lo que podamos".
O si hubo algún detalle negativo, no regañarlos a esa hora, pero a través de un cuento podríamos hacerles ver que aquello que hicieron está incorrecto.
Aprovechar esos momentos de paz para hacerles sentir nuestro amor y que son importantes para su mamá y su papá. Acariciarlos, darles un beso, un abrazo, el contacto físico es una muestra de amor que los niños necesitan.
El sentirse amado convierte a los niños en personas más seguras, con mejores relaciones con los demás, más obedientes y con mejores sentimientos.
En estos tiempos en que corremos todo el día con tantas actividades, es muy importante detenerse a la hora de dormir y decirles a nuestros hijos cuánto los queremos.





Nota: Parte importante de este texto, está elaborado por D. José Luis García Castro (Psicólogo) y publicado en su Web.

MI HIJO TIENE CELOS ¿Qué puedo hacer?

LOS CELOS EN LA INFANCIA

¿QUÉ SON LOS CELOS INFANTILES?

Los celos infantiles son un comportamiento afectivo defectuoso a través del cual el niño expresa su temor a ser abandonado o a perder para siempre las figuras de apego. Los celos infantiles surgen ante las amenazas (erróneas o no) que el niño percibe respecto a la vinculación afectiva con su madre.

Conducta de apego es aquella conducta que el niño llega a adquirir durante los primeros meses de la vida como consecuencia de la interacción afectiva con su madre. El apego infantil se manifiesta a través del deseo que el niño tiene respecto de la proximidad física de su madre, reclamando su atención visual y auditiva y también sus frecuentes contactos táctiles.

Los celos suelen aparecer a partir del año y medio de vida y pueden prolongarse hasta los 7 años y se ha comprobado que suelen ser más frecuentes entre los niños que entre las niñas.. La mayoría de los expertos consideran que la conducta celosa episódica (que luego desaparece espontáneamente) afecta alrededor del 50% de la población infantil.

Hasta cierto punto los celos constituyen una respuesta normal ante el miedo a la pérdida del amor materno. Algunos rasgos de la personalidad del niño (por ejemplo la inseguridad) son más favorables a la aparición de los celos. Con todo, es importante aprender a distinguir los celos normales de los celos patológicos.
Lo más frecuente es que los celos aparezcan en el hijo mayor respecto del hijo más pequeño aunque no siempre es así. Hay casos (mucho más raros) en los que la conducta celosa puede aparecer en el niño de menor edad. En este caso los celos suelen aparecer porque entre ambos hermanos surge una relación de rivalidad.

Los niños expresan sus celos de distintas formas pero muchos de ellos lo manifiestan a través de un cambio en su conducta. Se vuelven más desobedientes, más rebeldes, y más agresivos al punto de llegar a morder y/o golpear a su nuevo hermanito, quitándole los juguetes u otros objetos, molestándole en cuanto tenga una oportunidad. Para él, su hermano es su rival, ha invadido su territorio y le ha robado mucho del tiempo que tenía con sus padres. Así que es normal que él se sienta amenazado por su nuevo hermanito.

Otros niños, en cambio, se vuelven llorones, y se pegan a la falda de la madre en el intento de llamar su atención y de no perderla. Se sienten débiles, cómo si ya nadie se importase con ellos. Se reprimen y se vuelven profundamente tristes. Se niegan a comer, a jugar con los amigos, se niegan a todo, tomando una actitud rencorosa con sus seres queridos como forma de reprocharles por haber centrado su atención y cariño en el otro hermano.

Los celos son inevitables. Así que lo único que puedes hacer es ayudar a tu hijo a que lo que siente él sea menos doloroso y que no crezca. Como todo en la vida, los celos entre hermanos generan consecuencias negativas pero también positivas. Y buenas o malas las notarás en el desarrollo y en el comportamiento de tu hijo.

Para captar la atención de sus padres, un niño algo mayor y creyendo haber sido reemplazado por el pequeño para sus padres, puede que vuelva un poco agresivo, desanimado, y deprimido. Puede que pase de ser un niño tranquilo para convertirse en desobediente, negativo y siempre demostrando oposición frente a las órdenes de sus padres. Se resiste a participar de las reuniones familiares, interrumpe las conversaciones de sus padres, y hace todo lo que sus padres dicen que no puede hacerlo. Puede también que se muestre más sensible y llorón. En consecuencia, el niño puede presentar dificultad para concentrarse, para prestar atención, lo que le puede llevar a una alteración en el rendimiento escolar.

DIFERENCIA ENTRE RIVALIDAD, ENVIDIA Y CELOS

La rivalidad entre hermanos no debe confundirse con los celos. La rivalidad no es un comportamiento constante sino variable. Esto quiere decir que hay etapas en las que los hermanos se pelean o discuten mucho entre ellos y otras en las que su relación es mucho más cordial.
Por otra parte, resulta muy difícil distinguir entre la envidia y el comportamiento celoso ya que, en cierto sentido ambos fenómenos coinciden. Para que se den los celos es preciso que antes el niño haya experimentado el cariño de otra persona. Lo que caracteriza el comportamiento celoso es, precisamente ese temor de perder el cariño de otra persona.
El niño envidioso lo que experimenta es el deseo de tener lo que otros tienen y a él le falta: un determinado afecto.
Dicho más brevemente: Se envidia lo que uno desea y no tiene, mientras que se tienen celos de lo que uno tiene y no desea perder.

A pesar de las diferencias entre la envidia y los celos, en la vida diaria es bastante corriente que los niños pasen de uno a otro sentimiento casi sin solución de continuidad.

ORIENTACIONES

Es importante que no se cambie la rutina del niño tras el nacimiento del hermano. No olvidarse de las costumbres que tenías antes del otro bebé. Si hay que hacer un cambio, se debe hacerlo antes de que nazca el otro bebé. No olvides de jugar con el mayor, de estar en la mesa a la hora de comer, cenar, de prepararle su merienda preferida, de permitirle que se acurruque en tus brazos. Busque que el momento que tenías solo con él no se altere. Por ejemplo, no te olvides del cuento a la hora de dormir,... esas cosas. Ni la madre ni el padre. Otra cosa importante es planificar las actividades familiares y tener muy en cuenta aquello de "Todos para uno y uno para todos". Que la familia sea un trabajo de equipo.

AYUDAN:
▪ Reconocer el sentimiento celoso como algo natural.
▪ Ser tolerante con las regresiones.
▪ Dar la oportunidad de expresar su malestar.
▪ Contarles las vivencias personales con los hermanos cuando éramos pequeños.
▪ Atender con interés los éxitos.
▪ Evitar situaciones tentadoras.
▪ Transmitir que se les quiere.
▪ Ofrecer situaciones sobre las ventajas de ser mayor.
Favorecer el contacto con niños de su edad.
▪ Pedir la colaboración del niño en tareas de cuidado de su hermano.
▪ Decir que los hijos son responsabilidad de los padres que han querido que nacieran.
▪ Decirle que sus celos desaparecerán.
▪ No descartar la consulta a un especialista.

NO AYUDAN:

▪ Ocultar el sentimiento amoroso de los padres al bebé.
▪ Exigir demasiado al niño.
▪ Dramatizar el sentimiento celoso del niño.
▪ Hacer comparaciones entre hijos.
▪ Manifestar preferencias por alguno Intervenir prematuramente en las peleas.
▪ Ponerse rígidos o intolerantes con las regresiones.
▪ Comentar con otros adultos las dificultades del niño en su presencia.
▪ Regañarle o enfadarse con frecuencia.
▪ Hacer elogios muy efusivos cuando se muestre cariñoso con el hermano.
▪ Hacerle prometer que se portará bien.

Qué debemos hacer?.

Procurar realizar las conductas que exponemos a continuación:
+ Fomentar la cooperación entre los hermanos. ( en las tareas de la casa, recados, en situaciones de juego ..)
+ Observar y reflexionar sobre las conductas celosas de nuestros hijos y reaccionar sin darles excesiva importancia.
+ Tratar con afecto y atención frecuentes a tus hijos para que perciban que son queridos.
Favorecer el juego con todos los hijos (para lograr una mayor armonía entre los hermanos).
+ Promover un clima de sosiego y tranquilidad en todos los momentos posibles.
+ Analizar entre los adultos las causas posibles de los celos y las distintas soluciones.
+ Educar a los hijos en el control de sus emociones: aprender a soportar pequeñas frustraciones, alegrarse del éxito de los demás, responder con tranquilidad ante situaciones adversas, enseñarle a aceptar sus incapacidades y dificultades con optimismo.
+ Respetar la autoridad de los padres y admitir los límites establecidos en la familia. Conseguir que se acepten las normas de casa de forma democrática. Resulta necesario conseguir que se respeten aquellas normas que la unidad familiar estime imprescindibles. No obstante, si algún hijo se rebela, conviene que los padres expliciten los límites de la convivencia familiar.
+ Respetar el espacio de juego e intimidad de cada hijo.
+ Estimular a los hijos para que expresen lo que sienten con libertad y puedan compartir tristezas y alegrías.
+ Estimular a los hijos y darles seguridad.

martes, 21 de octubre de 2008

¡ Qué hijo más difícil, no hace caso de nada!


Trastorno con Conducta Oposicionista y Desafiante

Algunos padres se sienten desesperados ante algunas conductas de desobediencia reiterativas de sus hijos; le advierten una y otra vez de castigos si no hacen caso; han de realizar un ejercicio de autocontrol ante las rabietas de sus hij@s por instrucciones a veces básicas; observan día a día las dificultades para aceptar un No como respuestas: estas y otras conductas pueden indicar la existencia de un trastorno que requiere consulta con los especialistas. Los niños al cumplir los dos, tres años suelen mostrar un comportamiento caracterizado por su terquedad, oposición a los padres y maestros, que suele ser más evidente en la adolescencia. Este comportamiento en sí mismo no presenta ningún tipo de anormalidad o anomalía alguna. Sin embargo, cuando estos síntomas se hacen más frecuentes, repetitivos y se convierten en un comportamiento agresivo hacia los demás, influyendo en su vida escolar, social y académica, entonces hay que comenzar a pensar que allí puede haber un posible trastorno de la conducta

El trastorno con conducta oposicionista y desafiante es un trastorno del comportamiento, normalmente diagnosticado en la niñez, que se caracteriza por comportamientos no cooperativos, desafiantes, negativos, irritables y fastidiosos hacia los padres, compañeros, maestros y otras figuras de autoridad. La angustia y la preocupación que los niños y adolescentes con TCOD provocan en los demás son mayores que las que ellos mismos experimentan. Este tipo de trastorno es característico de niños con edades por debajo de los 9 ó 10 años. Viene definido por la presencia de un comportamiento marcadamente desafiante, desobedientes y provocador y la ausencia de otros actos disóciales o agresivos más graves que violen la ley y los derechos de los demás

¿A quiénes afecta el trastorno con conducta oposicionista y desafiante?

Los trastornos del comportamiento, como categoría, son sin duda la causa mas común de remisión a los servicios de salud mental para niños y adolescentes. Las estadísticas indican que el trastorno negativista desafiante afecta a 20 por ciento de la población de edad escolar. El TCOD es más común en los niños que en las niñas.

¿Cuáles son los síntomas del trastorno con conducta oposicionista y desafiante?

La mayoría de los síntomas observados en niños y adolescentes que tienen TCOD también se observa a veces en niños que no lo padecen, especialmente alrededor de los 2 ó 3 años de edad o durante la adolescencia. Muchos niños, especialmente cuando están cansados, con hambre o disgustados, tienden a desobedecer, discutir con sus padres y desafiar la autoridad. Sin embargo, en los niños que tienen el trastorno con conducta oposicionista y desafiante, estos síntomas ocurren de forma más frecuente e interfieren con el aprendizaje, la adaptación en la escuela y, algunas veces, con las relaciones del niño con los demás.

Los síntomas del trastorno con conducta oposicionista y desafiante pueden incluir los siguientes:

Se enfadan con relativa frecuencia, se encolerizan. Es muy habitual en ellos las rabietas de todo tipo; pierden con facilidad la paciencia.

 Discuten continuamente con los adultos.
Desafían las reglas de los adultos, negándose a realizar las tareas de la casa, por ejemplo. Son provocadores.
Son niños que intentan en todo momento molestar y fastidiar de una manera deliberada a las personas que les rodean.

 Culpan y reprochan a los demás de sus propios errores.

 Suelen estar coléricos y resentidos con todo lo que les rodea. Se molestan con facilidad y son quisquillosos e irritables. Su comportamiento está dirigido a molestar o enojar a los demás, incluyendo los adultos

En ocasiones, los niños pueden presentar unos síntomas parecidos a los que caracterizan este trastorno, pero que son pasajeros y propios de la edad. Los padres y profesores tendrán que estar atentos a estas diferencias, ya que para que se pueda hablar de trastorno estos síntomas se deben presentar con una gran frecuencia, además de interferir en el aprendizaje, la adaptación en la escuela y, algunas veces, con las relaciones personales del adolescente.

Algunos de los síntomas del TCOD pueden parecerse a los de otras condiciones o problemas del comportamiento (Trastornos depresivos con manifestaciones conductuales) o estar acompañando a otros Trastornos infantiles, como a la Hiperactividad. La diferencia clave con otros tipos de trastornos disóciales es la ausencia de violación de las leyes o de los derechos fundamentales de los demás, tales como el robo, la crueldad, la intimidación, el ataque o la destrucción. La presencia definitiva de cualquiera de estas formas de comportamiento excluye el diagnóstico. Siempre consulte al especialista para el diagnóstico.

Causas que originan el trastorno oposicionista

Las principales características de este trastorno vienen determinadas por una serie de situaciones caracterizadas por una falta evidente de cooperación, desafío y comportamiento hostil hacia todo aquello que indique autoridad

Las causas que ocasionan este trastorno, son hoy en día motivo de discusión, al considerar algunos expertos que éstas son desconocidas. Sin embargo, hay otros que consideran que estas causas hay que buscarlas dentro del ámbito familiar, basándose en la opinión de algunos padres que dicen que su niño con Trastorno Desafiante y Oposicionista era más rígido y demandante que sus hermanos desde su más temprana edad. A estos habría que añadir una serie de factores biológicos, temperamentales y ambientales, como causantes de este trastorno.
 que han llevado a analizar como posibles causas en la aparición de este trastorno dos teorías, conocidas cada una de ellas como teoría del desarrollo y teoría del aprendizaje, respectivamente.


La teoría del desarrollo, parte de una edad muy temprana en el niño, cuando éste tiene entre uno y dos años de edad, momento en el que encuentra problemas de autonomía, los niños y adolescentes que desarrollan TCOD pueden encontrar dificultades para aprender a separarse y volverse autónomos de la primera persona a la cual se encuentran ligados emocionalmente. Como consecuencia de ello surgen unas actitudes negativas que son consideradas como una continuación de “las cuestiones normales del desarrollo que no se resolvieron de forma adecuada durante los primeros años de vida”.


La segunda de las teorías es la teoría del aprendizaje, para quien “las características negativas del trastorno de conducta oposicionista y desafiante son actitudes aprendidas que reflejan los efectos de modelos de crianza negativo empleadas por los padres y figuras de autoridad”.



¿Cómo se diagnostica el trastorno con conducta oposicionista y desafiante
?

Los padres, maestros y otras personas figuras de autoridad del entorno del niño o del adolescente suelen identificar al niño o adolescente que tiene el trastorno. No obstante, un Pediatra o un profesional de la salud mental están capacitados normalmente para establecer el diagnóstico. Una historia detallada del comportamiento del niño por parte de los padres y maestros, observaciones clínicas del comportamiento del niño y, algunas veces, un examen psicológico contribuyen a realizar el diagnóstico.. El tratamiento temprano puede prevenir a menudo problemas futuros.
Además, el trastorno con conducta oposicionista y desafiante a menudo se manifiesta junto con otros trastornos de la salud mental, como los trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, de conducta y el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, lo que acentúa la necesidad de un diagnóstico y un tratamiento tempranos. Consulte al Pediatra de su hijo para obtener más información.

Tratamiento del trastorno con conducta oposicionista y desafiante
:

El tratamiento específico del trastorno con conducta oposicionista y desafiante será determinado por el especialista de su hij@ basándose en lo siguiente:
La edad de su hij@, su estado general de salud y sus antecedentes médicos
La gravedad de los síntomas
Las expectativas para la evolución del trastorno
Criterios de ajuste práctico

El tratamiento puede incluir:

Psicoterapia individual
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La psicoterapia individual suele emplear un enfoque cognitivo conductual para aumentar la capacidad del paciente para resolver los problemas y sus habilidades de comunicación y de control de la ira y el impulso.
Terapia familiar:
La terapia familiar tiene a menudo como objetivo la introducción de cambios en la familia, como por ejemplo, mejorar la capacidad de comunicación y fomentar la interacción entre los miembros de la familia. La crianza de los niños que tienen TCOD puede ser una tarea muy difícil para los padres. Los padres necesitan apoyo y comprensión y también necesitan desarrollar enfoques más eficaces para la crianza de los hijos.
Terapia grupal con iguales:
La terapia de grupo con pares a menudo se centra en el desarrollo y utilización de las habilidades sociales e interpersonales.
Medicamentos:
Si bien no se consideran eficaces para el tratamiento del ODD, pueden utilizarse medicamentos si otros síntomas o trastornos están presentes y responden al medicamento.

¿Cómo prevenirlo?



En primer lugar, se debe llevar a cabo una buena labor preventiva y de intervención precoz del trastorno. Para ello se evitarán todo tipo de situaciones negativas dentro del ámbito familiar y social, que son generadoras de conductas desafiantes y oposicionistas.

 Potenciar todas aquellas habilidades encaminadas a favorecer la comunicación entre los diferentes miembros de la familia.

 Controlar las emociones de enojo y todas las conductas negativas que pueden llevar a enfrentamientos. 

 Eliminar todo tipo de situaciones conflictivas en el ámbito familiar y escolar.

 Lograr una correcta adaptación al ámbito escolar.

viernes, 17 de octubre de 2008

EL ACOSO EN LA ESCUELA

El maltrato entre iguales se ha descrito como “un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica y/o agresividad física de unos niños hacia otros que se convierten, de esta forma, en víctima de sus compañeros” (Olweus, 1998).

“Un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos” (Olweus, 1998).

“La victimización o maltrato por abuso entre iguales es una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza el alumno o alumna contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a las víctimas en posiciones de las que difícilmente puede salir por sus propios medios” (Olweus, 1983; citado por el Defensor del Pueblo, 2000).
Es difícil determinar cuándo se trata de un juego entre iguales, incluso amigos, y cuándo de acciones violentas con intención de hacer daño. Por eso, debemos entender que se considera maltrato toda “acción reiterada a través de diferentes formas de acoso u hostigamiento entre dos alumnos/as o entre un alumno/a y un grupo de compañeros - cosa que suele ser más frecuente - en el que la víctima está en situación de inferioridad respecto al agresor o agresores” (Fernández y Hernández, materiales editados por el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid).

¿Cómo actuar cuando nos dicen que nuestro/a hijo/a sufre maltrato en la escuela?

Si desde el centro escolar nos comunican que nuestro/a hijo/a sufre acoso escolar, es porque se ha identificado una posible situación de acoso, o maltrato en el alumno.
El objetivo de esta comunicación es poner en marcha todas las medidas que lo frenen, y paliar el mal estar del menor, para lo que es imprescindible la colaboración con la familia.

Recomendaciones:

• Acudid a la entrevista con los responsables del centro educativo. Recibiréis la información sobre los hechos así como las medidas tomadas en el centro.
• Tratad de evitar la confrontación; en este primer momento se trata de recabar toda la información posible.
• Dad apoyo incondicional al hijo o hija, él no tiene la culpa de lo que le está pasando.
• Si no entendéis claramente de todo lo que se está hablando, solicitar el uso de un lenguaje más habitual, que os resulte comprensible.
• Recordad que todos los hechos están bajo la más absoluta confidencialidad y privacidad.
• No es conveniente buscar culpables de la situación, ni tener una actitud sancionadora.
• Solicitad apoyo social y psicológico, si es preciso, para ayudar a vuestro/a hijo/a.

¿Qué le está pasando a mi hijo/a?


• El maltrato entre iguales no forma parte de la evolución natural para ser adultos.
• El maltrato genera sentimientos de soledad, infelicidad, temor, falta de confianza.
• Los menores suelen callar esta situación por miedo a represalias, soledad y vergüenza.

Podemos ayudar siendo padres: Promoción del buen-trato

Si tu hijo o hija tiene problemas con los compañeros de clase, o muestra falta de seguridad en sí mismo/a, tú puedes ayudarle:

• Busca espacios y momentos para hablar, haciendo que se sienta escuchado y acompañado.
• Comparte con él actividades de la vida cotidiana (compras, elaboración de menús, paseo con el perro…) o de ocio (bici, paseos, cine, música…).

• Enséñale a desdramatizar los problemas, todo tiene solución si utilizas un pensamiento más positivo.
• Refuerza su autoestima valorando de modo positivo sus cualidades y potenciándolas.
• Dale apoyo y seguridad, tiene que sentir que aunque te enfades y estés en desacuerdo con él no le privas de tu amor y confianza.
• No le sobreprotejas, él tiene que aprender a resolver sus conflictos. Mantente cercano y accesible para hablar de estos temas.
• Enséñale a expresarse, a utilizar el dialogo como modo de resolución de conflictos.


Situaciones familiares que favorecen la aparición de violencia en menores

Los padres debemos ser conscientes de cómo, a veces, trasmitimos modelos de relación y de resolución de conflictos:

• Existe una valoración social positiva hacia modelos de relación agresivos, que se apoyan en el mito de que una persona dominante y agresiva tiende a ser más feliz porque sabe cubrir sus necesidades. Genera la falsa seguridad de que en el futuro no tendrá problemas.
• Muchos chicos que presentan un comportamiento violento están viviendo en contextos violentos. Si en la familia se ejerce la autoridad a través de gritos, insultos, humillaciones y amenazas, se favorece que los hijos reproduzcan este modo de relación para hacer valer sus derechos.
• Hay que evitar modelos de relación familiar en los que no existe tiempo para el diálogo y la supervisión de los hijos, y también modelos en los que no se ponen límites claros a sus actuaciones.
• Las familias altamente autoritarias predisponen a sus hijos a comportamientos agresivos.
• Hay que tener en cuenta que pueden producirse cambios de diferente índole en la familia que generen inestabilidad, soledad e indefensión en el menor (muerte de un familiar muy querido, separaciones de padres, nuevo domicilio…), necesitando un mayor apoyo por su especial vulnerabilidad.

Condiciones de la familia que previenen la violencia en menores

1. Utilización de modelos básicos basados en la empatía y la democracia, que permitan establecer vínculos de calidad entre padres e hijos y que ayuden a contener el conflicto generacional.
2. Superación de modelos de relación aprendidos como consecuencia de los estereotipos sexuales tradicionales y su contradicción con los actuales cambios sociales.
3. Desarrollo de habilidades de comunicación y de resolución de conflictos que permitan enseñar a respetar limites sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia.
4. Comprensión de los cambios que viven los/as adolescentes.
5. Desarrollo de una representación de la violencia que ayude a prevenirla. Rechazo de todas sus manifestaciones, incluido el castigo físico o las que repetidamente presenta la televisión.
6. Prevención de la intolerancia y el sexismo y de actitudes y creencias sociales que legitiman la violencia y tienen como fundamento una
creencia racista, xenófoba o sexista.
7. Mejora del clima familiar así como las relaciones que en la familia se establecen.
8. Utilización de recursos locales de apoyo a la familia, especialmente en situación de riesgo

QUE DEBE HACER UN ALUMNO QUE SE SIENTE ACOSADO: Derechos y Responsabilidades

Derechos y responsabilidades

a) Derechos
· Tengo derecho a ser yo mismo. Nadie puede tratarme de manera injusta por lo que pienso, por mi manera de vestir, por mis ideas, por mi manera de ser
· Tengo derecho a ser respetado por mis compañeros, profesores…
· Tengo derecho a estar seguro. Nadie puede darme empujones, ni amenazarme, ni pegarme, etc.
· Tengo derecho a que mis propiedades sean respetadas y NADIE puede robarlas, maltratarlas, etc
· Tengo derecho a disfrutar de mis relaciones sociales, nadie debe excluirme.
· Tengo derecho a formarme. Nadie puede impedirme entrar en clase, participar en las actividades del grupo…
· Tengo derecho a ser evaluado. No me pueden impedir hacer los exámenes y me deben corregir con objetividad.

b) Deberes y responsabilidades

· Tengo que respetar al resto de personas. No puedo discriminar a la gente por su forma de pensar, de vestir, orientación sexual, etc.
· No debo herir los sentimientos de los demás, hablar mal de la gente, sembrar rumores, hablar mal de la gente.
· Debo respetar las pertenencias de los demás. No debo robarlos, maltratarlos, etc..
· Tengo que colaborar para que el centro y, la ciudad en general, sea un lugar seguro.
· Tengo el deber de ser ciudadano: participar en la sociedad, conocer y respetar los derechos humanos, los valores democráticos, etc.

Qué puedo hacer frente al acoso

a. Mis compañeros se meten conmigo

A todos nos pasa que tenemos discusiones con nuestros compañeros, alguna pelea, algún insulto… El problema está cuando esto pasa casi todos los días. Cuando esto pasa, hay gente que prefiere no dar la cara y pasar desapercibido… pero así no se soluciona el problema. Lo mejor es:

· Contárselo a un amigo, profesor, a tu herman@ mayor, a tus padres…
· No te tiene que dar vergüenza. Si lo haces sólo, posiblemente no puedas hacer frente con el acoso continuo de los compañeros
· Recuerda que tu vales tanto como cualquier otra persona, quiérete. Nadie tiene derecho a hacer sufrir a alguien.
· Intenta no mostrar miedo o enojo. Apóyate en la confianza de un amigo o alguien en quien confíes.
· Recuerda que tú no tienes un problema, el problema lo tiene en el que no sabe respetar a sus compañeros
· No te resignes, haz cualquier cosa que se te ocurra, pero no respondas de la misma forma, eso agrava la situación. No te rebajes a ello.
· Y pide ayuda: a tus padres, a tu tutor, a un profesor que te dé confianza…
DECIRLO NO ES CHIVARSE, ES DEFENDER UN DERECHO Y TRABAJAR A FAVOR DE LA CONVIVENCIA


b. A veces me meto con algún compañero

Si eres un chico de los que agrede a un compañero, posiblemente tengas un problema.
No vas a encontrar respeto, felicidad o satisfacción agrediendo a un compañero.
¿Por qué te metes con la gente? Debes buscar el motivo por el que necesitas agredir o insultar a alguien (especialmente si crees que son más débiles que tú).
No olvides nunca la palabra. Muchas veces se agrede por no saber expresar con palabras sentimientos de enfado, estar asustado o herido… Entonces descargamos nuestras emociones sobre otros, algo que te puede hacer sentir mas valiente… PERO NO ES ASÍ, puesto que no has solucionado el problema de raíz.
ASERTIVIDAD: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. Si parásemos un momento y nos pusiésemos en la piel del otro, nos daríamos cuenta que no es la solución.


c. Veo como se meten con compañeros

Hay quien dice que “quién calla, otorga”. No debes ser cómplice de una situación de maltrato. El testigo es casi tan culpable como el maltratador, ya que el silencio da autoridad al que acosa a los compañeros.
· No te rías de las gracias que hacen los acosadores, no apoyes esos actos.
· Habla con el que sufre el maltrato, pregútale cómo se siente
· Habla de esto con tus padres, ellos te aconsejaran
· Cuéntaselo a un profesor de confianza. Recuerda que hablar de esto no hace que seas chivato, sino que te preocupes por tus compañeros
· Si el acoso es grave (robos, agresiones físicas, amenazas, persecuciones al salir de clase u otras acciones que puedan hacer daño) avisa inmediatamente a un adulto
· Habla con el tutor y propón que trate el tema en tutoría. Podéis hacer un decálogo de normas de convivencia
· No te calles. Marca cero al acoso.


Agradecer al Colectivo ACOSO CERO su material para la elaboración de este archivo.